Me encontraba en Miami Beach con uno de mis mejores amigos. Caminábamos sin rumbo definido; habíamos fumado una gran cantidad de marihuana que nos había conectado un colombiano de dudosa procedencia.
De repente escuchamos este sonido venir desde una sala obscura.
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Intrigados por la potencia y grandeza que representaba aquel sonido, decidimos entrar en lo que parecía una cueva sin salida, dejamos que la oscuridad nos envolviera y en nuestro “viaje” pensábamos que entrábamos a las puertas del infierno.
Al entrar fuimos impactados por una enorme pantalla que nos proyectó la civilización de Marco Brambilla.
Un video mural representando el infierno, el purgatorio y el paraíso. No podíamos creer lo que estábamos viendo, el video era un loop infinito. Era la perfecta interpretación de una civilización llena de consumismo, pecado, rechazo, gloria, dolor, sufrimiento y grandeza.
Esta experiencia cambió mi vida para siempre.